Recuerdo la primera vez, el primer intento. Las ganas y la inocencia envolvían nuestros supiros cada vez que nos veíamos. Nunca había sentido escalofríos hasta entonces, ni los he vuelto a sentir. La primera mirada, el primer beso, y la primera vez que me cogistes de la mano; esos sitios que solo tú y yo conocemos, el primer día que fuimos juntos a la playa, las tardes en el parque, tus besos y tus abrazos... tus jodidos abrazos. Nuestro maravilloso verano, nuestras palabras, tus locuras, tu música que sigue siendo parte de la mía; lo que me enseñabas, lo que intentaba enseñarte. Fueron unos cuatro meses, cuatro meses que desvanecieron sin más.
Y me fastidia no tener el valor suficiente para marcharme, tirar la toalla y olvidar de una puta vez tu sonrisa. Me fastidia saber que ni con el tiempo se me va a pasar. Me fastidia no sentirte y querer sentirte, no oirte y querer oirte. Me fastidia que no estés en esto, que no estés aquí, que no estés en mi día a día. Me fastidia creerme intocable y que llegues tú y abras la puerta como si nada. Me fastidias. Me fastidias tú y todos tus malditos recuerdos. Me fastidia el recuerdo de las primeras veces contigo en todo. Me fastidia seguir aquí, como una estúpida, con la esperanza de que algún día vuelvas, esperando a que el teléfono se ilumine y salga tu nombre en la pantalla. Esperando a que vuelvas a mi vida, o te marches para siempre. Porque sé que aún queda algo de lo que un día fuimos (cada vez menos). Me fastidia que las ansias de quererte sigan matándome por dentro. Me fastidia continuar imaginándote aquí, conmigo, imaginándome contigo. Me fastidia no quererme si no me quieres. Yo que sè. Me fastidia todo esto. Me fastidia no ser capaz de amar algo que no sea tu maldita respiración.
No hay comentarios:
Publicar un comentario