Mezclo personalidades, momentos, tiempos. Sin poder distinguir lo que fue y dejó de ser, de lo que nunca será. Tengo la admirable capacidad de borrar lo malo y recordar los momentos gratos. Así, aún después de escribir atrocidades acerca de él, puedo llamarlo por teléfono y hablar como si nada. Sí, es lamentable. Por eso me costó tanto despegarme de él, por eso escribo: No quiero olvidar. Quizás hasta tenga memoria selectiva: archivo solamente los documentos, pensamientos, fotografías, escritos que me hagan recordar los buenos tiempos. Mi imaginación siempre fue más fuerte que mi racionalidad cuando se trata del amor o lo que esto sea. Así, puedo pelearme con él sin que se entere o amarlo cuando en realidad tendría que repudiarlo, (como es el caso). No sería raro tampoco pelear con él y no recordar por qué. Ya dije: no puedo acordarme de las cosas malas, esas razones se disuelven en mi cabeza, no las encuentro, se arrinconan empolvadas en algún lugar de mi cerebro y solo sobresalen los buenos. Será esa la causa por la cual no he llegado a odiarle por todo el daño que ha hecho.
Erotomanía: la sufro. Soy consciente de ello. Y solo así puedo entender que quizá no es tan importante, no es tan trágico o que tal cuestión no merece mi muerte. Solo cuando me veo desde afuera y en general cuando logro un desdoblamiento. Ya es demasiado tarde para tomar decisiones. Con seguridad ya las tomé. El mundo se deshace por una llamada que no llegó jamás. ¿Error mío por empezar de nuevo? Ni lo sé, ni quiero saberlo a estas alturas...
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